
El Consejo de Seguridad Nacional ha alertado de un incremento de la violencia relacionado con el crimen organizado. Episodios como ajustes de cuentas, ataques contra las autoridades o robos con violencia entre redes criminales son cada vez más frecuentes, lo que contribuye al aumento de la inseguridad ciudadana. Esta situación se encuentra reflejada en la Estrategia Nacional contra el Crimen Organizado y la Delincuencia Grave 2025, aprobada el 14 de julio y publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE).
Crimen organizado y delincuencia grave
El documento señala que el crimen organizado y la delincuencia grave están «íntimamente relacionados» con el incremento de la violencia tanto a nivel interno como externo. Esto incluye episodios como las aprehensiones de armas de todo tipo, así como ataques a las fuerzas de seguridad y al personal de aduanas y portuario.
Estos hechos ocasionan «efectos colaterales» como el aumento de la inseguridad ciudadana y, en ocasiones, «una afectación a la vida y salud de las personas». El informe ofrece una panorámica de la criminalidad organizada en España, caracterizada por un entorno delictivo interconectado que emplea cada vez más la violencia, la corrupción y la infiltración en estructuras empresariales legales.
El documento destaca la integración de diversos expertos en las redes criminales, así como un uso creciente de «nuevas y punteras tecnologías» para optimizar sus actividades y actuar con mayor impunidad. A pesar de este escenario, la Seguridad Nacional indica que el número de organizaciones criminales identificadas en España se mantiene estable, destacando que el país «ha conseguido mantener un nivel de violencia contenido de la criminalidad organizada», gracias a medidas como el Plan Especial de Seguridad para el Campo de Gibraltar, puesto en marcha en 2018.
El narcotráfico, la mayor amenaza del crimen organizado
La Seguridad Nacional indica que la situación del crimen organizado en España muestra una preeminencia de actividades criminales relativas a tráficos ilícitos, especialmente de cocaína y cannabis. En este contexto, el narcotráfico es señalado como la mayor amenaza. Se observa un «notorio crecimiento» de las incautaciones de cocaína en puertos nacionales y europeos en los últimos años, especialmente desde países de América Latina, muchas veces mediante la corrupción de personas con información privilegiada sobre las instalaciones.
En los aeropuertos, las aprehensiones de droga en equipajes de mano y facturados también son «cada vez más frecuentes», al igual que en contenedores y paquetería aérea «en cantidades nunca vistas hasta ahora». Asimismo, el documento subraya que las «organizaciones históricamente dedicadas al narcotráfico» han encontrado en la «inmigración irregular» una nueva vía para diversificar sus ingresos, aprovechando rutas e infraestructuras ya existentes.
La estrategia también aborda la captación y reclutamiento de menores para la comisión de delitos, una tendencia que ha evolucionado hacia un uso creciente de las redes sociales para este propósito. Además, menciona otras graves amenazas que enfrentan los menores en internet, como la pornografía infantil, el ‘grooming’, la sextorsión o delitos de odio, situaciones propiciadas por la accesibilidad a edades cada vez más tempranas y el anonimato que ofrecen las tecnologías digitales.
El documento destaca el incremento significativo de las posibilidades de ataque y acceso ilegítimo a datos y activos, así como el aumento constante del número de ciberdelincuentes. Algunas de las nuevas herramientas empleadas en este ámbito incluyen criptoactivos como medio anónimo y de difícil rastreo para el blanqueo de capitales, la ‘dark web’ para el tráfico de bienes ilícitos, y el uso de drones aéreos y marítimos para el transporte de drogas y armas, además de para proteger actividades delictivas.
Finalmente, se dedica un apartado al potencial de la inteligencia artificial, cada vez más utilizada para actividades ilícitas, como la optimización del blanqueo de capitales, fraudes financieros, estafas, ciberataques, y los denominados ‘deepfakes’ para crear contenidos falsos que generan desinformación de gran precisión y a gran escala.