El proyecto es una central hidroeléctrica de 356 MW del grupo Villar Mir, con una inversión de más de 400 millones de euros y el objetivo de resolver el problema de la energía intermitente a través del almacenamiento. Pero, ¿cómo funciona?
Una enorme batería de agua
El funcionamiento de la central, ubicada en los municipios de Vélez de Benaudalla, El Pinar, Los Guájares y Padul, es tan ingenioso y eficiente que se asemeja a un motor futurista, y su sistema se basa en un ciclo de bombeo y generación. En los momentos del día en que hay un exceso de producción de energía, por ejemplo, cuando el sol brilla intensamente, se utiliza esa electricidad para bombear agua desde el embalse a un depósito de nueva creación que estará ubicado a mayor altura.
Cuando la demanda de energía aumenta y la producción renovable disminuye, el agua almacenada en el depósito superior es liberada y, al caer, pasa por turbinas que se activan con la fuerza de la gravedad, generando así electricidad limpia y renovable que se inyecta en la red.
El proyecto tendrá una capacidad de producción de 1.022 GWh al año, lo cual es más que suficiente para abastecer a cientos de miles de hogares, demostrando que el potencial de este tipo de tecnología es enorme.
No todo puede ser perfecto
El proyecto acaba de lograr un hito decisivo: la declaración de impacto ambiental (DIA) favorable por parte del Ministerio para la Transición Ecológica, un hito que llevaba años de espera y que se suma a la concesión de agua de la Junta de Andalucía, otorgada en 2020.
Sin embargo, como no todo en la vida puede ser perfecto, la central de Los Guájares no está libre de críticas. De hecho, una de las voces más fuertes en contra del proyecto es la de la diputada Alejandra Durán, de Por Andalucía, quien ha advertido de los riesgos medioambientales.
Según sus denuncias, la obra podría provocar erosión, deslizamientos de tierra y afectar gravemente a especies protegidas de la zona, como el águila real o el buitre leonado. También hay preocupación porque se tendrían que talar miles de árboles y, de cierta forma, se les quitaría agua a los agricultores de la región.
La situación nos hace ver que, a pesar del avance, España enfrenta un gran desafío: encontrar un equilibrio entre la necesidad urgente de energía, el respeto a la naturaleza y los derechos de los ciudadanos. Pues solo cuando se logre ese equilibrio podremos decir que el país realmente ha cumplido sus objetivos. Mientras tanto, Corea se está despidiendo del petróleo.