
Un deslizamiento de tierra provocado por lluvias torrenciales en el estado de Uttarakhand tuvo lugar el martes alrededor de las 13:30 hora local (08:00 GMT) en la aldea de Dharali, en el distrito de Uttarkashi, cuando una riada súbita descendió de las montañas del Himalaya y arrasó con el pueblo, llevándose todo a su paso y arrastrando a decenas de personas montaña abajo.
Las llamadas «explosiones de nube», fenómenos extremadamente localizados que provocan lluvias de intensidad torrencial en pocos minutos, son especialmente peligrosas en áreas como el Himalaya, donde el terreno no puede absorber el agua, provocando riadas súbitas, inundaciones y deslizamientos de tierra de gran poder destructivo.
La riada se lo llevó todo en el Himalaya
Un pueblo del Himalaya indio presenció esta semana cómo la montaña caía sobre ellos. Una riada súbita, con un muro de lodo y escombros de casi 20 metros de altura, descendió por el valle de Harsil, dejando varios muertos y decenas de desaparecidos, sintoma de una combinación que ha convertido a esta parte del «techo del mundo» en una bomba climática.
En las últimas décadas, la cordillera que abastece de agua dulce a una cuarta parte de la población mundial ha quedado atrapada en una peligrosa sinergia entre su frágil realidad geográfica, una crisis climática acelerada y el desarrollo desenfrenado de la superpotencia que lo habita.
El historial de desastres del Himalaya no es reciente, pero los estudios científicos advierten de lapsos de tiempo cada vez más cortos. En 2013, las lluvias monzónicas provocaron la peor tragedia reciente en la región, con más de 5.700 muertos, y en 2021, el colapso de un glaciar generó una nueva avalancha que causó más de 200 víctimas. El desastre de esta semana en el estado de Uttarakhand parece la continuación de un patrón.
El Himalaya crece y se defiende
El Himalaya es la cordillera más joven del planeta. Geológicamente activa, sus montañas siguen creciendo por el choque entre las placas tectónicas india y euroasiática, lo que se traduce en laderas empinadas, suelos inestables y una alta sismicidad. Esta inestabilidad es la base sobre la que se construye, se reza y se vive en la región.
«Montańas jóvenes, actividad sísmica, pendientes pronunciadas, geología frágil, precipitaciones abundantes, clima monzónico, glaciares (…) eso forma parte de la realidad del Himalaya. Esta geología frágil requiere estudios exhaustivos para identificar y monitorear de cerca las zonas vulnerables», explica el coordinador de la Red del Sur de Asia sobre Presas, Ríos y Personas, Himanshu Thakkar. Esta realidad, insiste el experto, debe entenderse como el primer componente de la bomba; el cambio climático es el detonador.
Las máximas autoridades científicas, como el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU (IPCC), identifican la región del Hindu Kush Himalaya, a menudo llamada el ‘Tercer Polo’, como una de las zonas de mayor riesgo del Planeta.
Esto se explica porque alberga las mayores reservas de hielo fuera de las regiones polares, que se calienta a un ritmo más rápido que el promedio del planeta. Incluso si se cumplen los objetivos climáticos, la cordillera perderá al menos un tercio de sus glaciares para finales de siglo, amenazando el suministro de agua de casi dos mil millones de personas.
Desarrollo descontrolado y cambio climático
Según un informe del Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas (ICIMOD), el Himalaya ha perdido el 40 % de su cobertura de hielo en las últimas décadas y podría perder hasta dos tercios para fin de siglo. El deshielo masivo alimenta lagos glaciares inestables a gran altitud. Solo en Uttarakhand, la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA) ha identificado 13 de estos lagos como de alto riesgo.
Su ruptura repentina, conocida como GLOF (Desborde Violento de Lago Glaciar), provoca inundaciones catastróficas. Esto ocurrió en Chamoli en 2021 y es la principal hipótesis para el desastre de esta semana, después de que el Departamento Meteorológico Indio descartara una «explosión de nube» por falta de lluvias. «Los glaciares se están derritiendo, los lagos glaciares se forman y son frágiles. Cuando colapsan, pueden crear inundaciones masivas aguas abajo en muy poco tiempo», explica Thakkar.
Sobre este polvorín, el tercer factor es el desarrollo humano, que actúa como un amplificador del riesgo. En las últimas décadas, la India ha promovido una expansión acelerada de infraestructuras: presas hidroeléctricas, túneles y carreteras.
El Himalaya indio es, además, un epicentro espiritual que atrae a millones de peregrinos al circuito de Char Dham. Thakkar denuncia que no existen mecanismos eficaces para evitar que hoteles y otros asentamientos invadan cauces naturales.
La expansión, en lugar de adaptarse al terreno, «lo ocupa y lo condiciona», exponiendo a millones de personas. «Eso, sumado a la intensificación de las lluvias, implica que los ríos necesitan más espacio, no menos, que es lo que estamos intentando darles», añade.
¿Y qué hay de la prevención?
Para Thakkar, «no basta con culpar al cambio climático». Las autoridades, señala, llevan años al tanto del riesgo, pero no han adoptado medidas proporcionales. Sabiendo que los desastres serán más frecuentes, «lo mínimo que deberíamos hacer es prepararnos para ellos».
Entre las prioridades, el experto menciona sistemas de alerta temprana que integren datos meteorológicos y glaciológicos, estudios de impacto ambiental independientes y, sobre todo, «mecanismos de rendición de cuentas» que permitan aprender de cada desastre y asumir responsabilidades. «Cada tragedia», concluye, «es un fallo del sistema, no solo un acto de la naturaleza».
Uttarakhand, una región montañosa y ecológicamente frágil del Himalaya, ha sido golpeada por lluvias ininterrumpidas durante la actual temporada del monzón, lo que ha provocado numerosos deslizamientos de tierra e inundaciones en varios puntos de la región. En este tipo de desgracias se evidencian los estragos que está provocando el cambio climático.